Dormir en el verano tapados hasta el cuello, como si fuera invierno, con el aire a 20 grados. Pasar el invierno en shorts y remera, al abrigo de caloventores. Dejar luces y televisores encendidos al salir de las habitaciones, o de la casa. Son sólo algunas de las costumbres que muchos porteños adquirieron en los años de energía ultra subsidiada. Y que ahora deberán cambiar, salvo que estén dispuestos a pagar facturas muy pesadas para el bolsillo. Esa necesidad de cuidar cada kilowatt se vuelve una urgente certeza cuando se calcula cuáles son los nuevos costos de utilizar los electrodomésticos con las nuevas tarifas de la luz, que debutaron el lunes con subas que rondan el 600% y que exceden el 900% para los hogares de consumos medios.
Un rubro muy sensible, en pleno verano, es el de la refrigeración. Hasta el mes pasado, en la Ciudad, un aire acondicionado de dormitorio de 2.200 frigorías podía disfrutarse unas 10 horas al día con un costo subsidiado que para muchos hogares era de sólo $ 16 por mes. Ahora, en cambio, sólo ese mismo consumo incrementa en $ 174 la factura mensual de un hogar pequeño, en $ 193 la de uno mediano y en $ 228 a la de uno grande.
Mientras que un equipo más potente, de 4.500 frigorías y la mayor eficiencia energética, ya les exige a esos hogares $ 280, $ 312 o $ 370 mensuales respectivamente, a razón de 73 a 96 centavos por cada hora de uso. Todo lo cual vuelve atractivo el regreso al tradicional “turbo” o al ventilador de techo, aparatos capaces de refrescar durante la misma cantidad de horas con un impacto mensual de $ 10 a $ 22 en la boleta, según el modelo y el tipo de cliente eléctrico.
Los datos fueron calculados por Clarín considerando los consumos indicativos en kilowatts por hora (kW/h) estimados por el Ente Nacional Regulador de la Electricidad para distintos electrodomésticos, las nuevas tarifas por kW/h para clientes residenciales de Edenor y los impuestos vigentes en la Ciudad de Buenos Aires. A su vez, se tomó por hogar chico al que consume 301 a 650 kW/h por bimestre, por mediano al que gasta de 900 a 1.000, y por grande al que supera los 1.200. Y se proyectaron los gastos de quienes usen los aparatos si no consiguen la “tarifa social” y no logran reducir su consumo en más del 10% o el 20%, lo que será premiado con descuentos de hasta un 30% (ver aparte).
En refrigeración el impacto es grande. La previsión, de todos modos, es que lo peor llegue en invierno, porque muchas familias que se acostumbraron a templar sus ambientes con calefactores eléctricos, ya sea por elección o por vivir en los nuevos edificios sin suministro de gas. En los últimos años, los más vendidos en los negocios fueron siempre los radiadores y los caloventores, que son muy baratos de adquirir pero luego generan un consumo eléctrico que puede duplicar al de los aires acondicionados.
Antes, por ejemplo, encender por ocho horas diarias un turbocalefactor de 2000 calorías tenía un costo de $ 31 al mes para un hogar pequeño, pero hoy hacer lo mismo le sale unos $ 330. Y el monto supera los $ 430 para los clientes que más consumen. Con un caloventor de 2.000 watts, esas ocho horas diarias a máxima potencia suman entre $ 275 y 360 a la boleta mensual; y con una estufa de cuarzo de dos velas, al menos $ 165.
Si en esos gastos es posible algún ajuste, con ingenio y alguna inversión, en otros se complica. Sólo una heladera con freezer, que necesita funcionar las 24 horas, ahora genera un gasto de entre $ 40 y $ 53 mensuales. Tampoco se puede dejar de iluminar a la noche, y cada lamparita de bajo consumo de 23 watts –equivalente a las viejas incandescentes de 100 watts–, ya aporta otros $ 3 al presupuesto mensual en caso de que se prendan sólo durante siete horas diarias. Mientras, los precios finales por hora de uso pasaron a rondar los 40 centavos en planchas, 55 centavos en lavarropas con calentamiento de agua, 60 centavos en termotanques eléctricos y 70 centavos en hornos eléctricos. Por su parte, con ocho horas diarias de uso, una computadora puede inflar la factura mensual en más de $ 40; y un televisor de 20 pulgadas, en más de $ 10.
Con las nuevas tarifas, el Gobierno busca reducir el gasto público en subsidios y generar condiciones para que las empresas inviertan en mejorar un servicio hoy signado por los apagones masivos cada vez que hay picos de temperatura.
Un punto es que buena parte de lo que se paga por la luz son impuestos. En Capital, incrementan el gasto un 28% y en la Provincia, un 44%. Por eso, ya hay voces que reclaman una rebaja en este aspecto. Para la ONG Usuarios y Consumidores Unidos, “sería justo que el Estado acompañe en este sacrificio” a la población y exima a la luz del pago del IVA. “Eso reduciría sensiblemente el impacto de los aumentos en la economía de las familias”, proponen.
Fuente: CLARIN.COM